jueves, 29 de marzo de 2012

ORGANIZACIONES PARA ANIMALES

Organizaciones en Medellín

Hogar de Paso Canino de Angela Reyes.
www.hogarcanino.blogspot.com

Entidad creada para promover el respeto a los animales.
www.defenzoores.org

Agupación de organizaciones en defenza de los animales
www.faunamedellin.org

Corporación por la defensa animal
www.corporacionraya.org

Organización defensora del medio ambiente
www.pornaturaleza.org/

Sociedad Protectora de animales en la ciudad de Medellín.
www.SociedadProtectoradeAnimales.org

Fundación UNAU
www.unau.org

Organizaciones en Bogotá

Asociación Humanitaria de Rescate Animal en Bucaramanga.
www.ahura.org.co

Pagina de animales extraviados y adopciones en Bogota.
www.BuscandoMascota.tk

Asociación defenzora de los Animales en Bogota.
www.adacolombia.org

Difución de protección y defenza animal.
www.geocities.com/trafalgar_risk

Otros

Fundacion de Rescate y adopcion de mascotas en Sincelejo.
www.animalitosdeasis.org/

Movimiento Resistencia Natural.
www.geocities.com/resisnal

Movimiento Antitaurino Colombiano.
www.geocities.com/mov_antitaurino

Fundacion PAZANIMAL en Cali.
www.come.to/PAZANIMAL

ESTERILIZACION DE PERROS Y GASTOS EN MEDELLIN

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La Alcaldía de Medellín pone a tu disposición el servicio de esterilización gratuita para perros y gatos.


Gracias a la esterilización de las mascotas:



- Se disminuye la cantidad de perros y gatos callejeros, que viven en el abandono y transmiten enfermedades a las personas.- En las hembras se previenen infecciones uterinas, se reduce la presencia de tumores mamarios y desaparecen los calores.- En los machos disminuye la presencia de tumores y algunos problemas en la piel, se reduce la agresividad, se vuelven más caseros y disminuye la marcación de territorio con la orina; de esta manera se previenen infecciones, malos olores y mejora la higiene de su entorno.- Se protege la salud tanto del animal como de las personas.



Requisitos:

- Vivir en Medellín en los estratos 1, 2 ó 3, o pertenecer a los niveles 1, 2 ó 3 del Sisbén.- Presentar fotocopia de la cédula, del Sisbén y del carné de vacunación antirrábica.- El animal debe ser mayor de 4 meses y menor de 10 años y estar en buenas condiciones de salud e higiene.
Inscriba a su mascota en los teléfonos 336 0473 y 336 0598. Una unidad móvil veterinaria se desplazará hasta su sector para realizar la cirugía.

sábado, 17 de marzo de 2012

ANIMALES EN VIA DE EXTINCION

ANIMALES EN VIA DE EXTINCION


En términos biológicos, se considera a la extinción como un fenómeno completamente natural resultado de un proceso en el que una especie se origina a partir de otra -la que se extingue-, lo cual ocurre generalmente en el lapso de varios miles o varios cientos de miles de años. También desaparecieron aquellas especies que no lograron adaptarse a los cambios que ocurren en su hábitat, lo cual aconteció de forma natural y, en la mayoría de los casos, en largos periodos de tiempo. Es así como dos terceras partes o más de las especies animales que han existido en el planeta se han extinguido. A diferencia de las extinciones que ocurrieron en el pasado de forma natural, las actuales están sucediendo a un ritmo acelerado y no obedecen a una incapacidad natural de adaptación de las especies, ni son el resultado de un proceso evolutivo, sino que se debe a la actividad que el hombre lleva a cabo.


10 animales en vía de extinción

Esta es la lista de los animales con mayor riesgo a desaparecer a causa del cambio climático
El Fondo mundial para la protección de la naturaleza WWF publicó una lista de los 10 animales con mayor riesgo de extinción como consecuencia del cambio climático.

1. Oso polar
Cada año es más grande el porcentaje de reducción del hielo en el Ártico, hábitat de los osos polares. Si continúan derritiéndose las capas de hielo los osos polares desaparecerán dentro de 75 años. Algunos científicos predicen que para el verano del 2013 en el Ártico ya se habrán derretido la mayor parte de las capas de hielo.






2. Tigre de Bengala
Estos tigres viven en los manglares ubicados entre Bangladesh y la India. Cada año el crecimiento del nivel del mar es de 4 milímetros, se prevé que para el 2060 el hábitat de estos animales estará destruído y como consecuencia desaparecerán el 70% de los Tigres de Bengala. Por otra parte, la comercialización indiscriminada de esta especie en países como China es otro factor importante de la extinción de estos animales.



3. Los corales
El hombre ha usado los corales para decoración y joyería desde hace 5.000 años. La pesca y el turismo han deteriorado gran parte de la barrera coralina. A pesar de los programas de restauración y conservación de los corales, se pronostica que dentro de unas décadas habrá desaparecido el 80% de los corales del océano.



4. Canguro
Los canguros viven únicamente en Australia. El incremento de la temperatura y la sequía por falta de lluvia son las consecuencias del cambio climático que afrontará este país. Los canguros y otras especies de su familia están en gran riesgo de extinción, las altas temperaturas producen incendios forestales que acaban con gran parte de las especies salvajes.




5. La ballena
Las ballenas están en continua amenaza bien sea por los golpes que reciben de buques o por el tráfico y comercialización. Además, como una consecuencia del cambio climático las rutas migratorias de las ballenas son alteradas por las variaciones de la temperatura del océano. Esto hace que algunas se pierdan en mar abierto o transiten por zonas desconocidas.





6. Pingüino
El deshielo en la Antártica también será la causa de extinción de los pingüinos, para algunos científicos en el 2100. El hielo marítimo es esencial para la vida del pingüino emperador, en el protegen a sus crías, es la fuente de su alimentación y el lugar en donde mudan de plumas.






7. Tortuga de mar
La contaminación de los mares y el desarrollo turístico y urbano en las playas en donde las tortugas anidan son algunas de las causas que anticipan la extinción de esta especie. Además, el cambio climático produce catástrofes naturales como las mareas que destruyen el hábitat de este animal.



8. Orangután
Ya quedan pocos orangutanes en Indonesia y Malasia. Este es el mono con mayor riesgo de extinción del mundo por causa de la deforestación, la agricultura y los incendios forestales que arrasan totalmente con su hábitat.


9. Elefante
Las razones de la desaparición del elefante son, también, la deforestación y la agricultura que destruyen totalmente sus ecosistemas y sus fuentes de alimento.


10. Albatros
Esta hermosa ave está fuertemente afectada por la contaminación de los mares y la pesca marítima, porque sus patas se enredan con los anzuelos, de esta forma mueren cada año cerca de 100.000 aves

jueves, 15 de marzo de 2012

ANIMALES- SU MARAVILLOSO MUNDO

Animales-Su Maravilloso Mundo

miércoles, 14 de marzo de 2012

INFORMACION DE INTERES



Requisitos para exportación de perros de Colombia

Cuando desee llevar su perro de viaje, consulte previamente con el Servicio Veterinario Oficial del país de destino, cuáles son los Requisitos que le exigen para permitir el ingreso:
1. Requisitos Generales para exportación de mascotas para todos los países:
El usuario debe acercarse a la Oficina ICA de Sanidad Portuaria, Aeropuerto o puerto de salida, en compañía de la mascota para la respectiva inspección, preferiblemente 24 horas antes al embarque, con los siguientes documentos:
Certificado de salud del animal (original y copia): expedido por un médico veterinario en este se debe incluir raza, sexo, edad del animal, en el que conste que el animal no presentó ninguna enfermedad infectocontagiosa y ningún signo clínico de rabia durante las 48 horas anteriores al embarque.
Certificado de vacunación (original y copia): vigente, en el cual se haga referencia clara a las vacunas y fecha de administración, según la especie y la edad del animal.
Una vez verificados los documentos e inspeccionado el animal, el ICA emitirá el Certificado de Inspección Sanitaria CIS el cual tiene un valor de acuerdo con las tarifas establecidas por el Instituto.
2. Requisitos adicionales establecidos según el país importador:
Estados Unidos de América:
El certificado del médico veterinario, además de los requisitos generales, debe certificar que la mascota proviene de un área donde no hay presencia de gusano barrenador del ganado bovino (Cochliomyiahominivorax), y no está infestado con dicho parásito.
Panamá:
Para ingresar mascotas a este país el consulado, exige que el documento sanitario expedido por ICA sea apostillado en sus oficinas para que la mascota pueda ingresar a territorio Panameño.
Comunidad Europea, Suiza, Sudáfrica y Japón:
De acuerdo con el reglamento CE 998/2003, la Comunidad Europea ha establecido los siguientes requisitos para el ingreso de animales de compañía:
El animal debe ser mayor de tres meses.
Debe estar identificado con un microchip que cumpla con la norma ISO 11784 o ISO 11785, conforme al Reglamento Europeo.
El animal debe estar vacunado contra la rabia, tres meses antes del desplazamiento.
Posterior de la vacunación se le debe tomar una muestra de sangre que debe ser remitida a los laboratorios certificado por la Comunidad Europea, para realizar una prueba de anticuerpos neutralizantes del virus de la rabia.
Los resultados de dicha prueba deben presentarse ante el ICA al momento de solicitar el CIS
Reino unido (RU):

Debe solicitar ante el Servicio Veterinario Oficial del RU, un permiso de ingreso, el cual debe diligenciar, radicar y esperar la respuesta de autorización.
Otros países:
Cumplir con los requisitos generales del punto número 1.
*Nota:  Australia, Aruba y Curazao no permiten el ingreso de perros procedentes de Colombia.


Requisitos para importación de mascotas a Colombia (perros y gatos)

A la llegada a Colombia, debe acercarse a la Oficina ICA de Sanidad Portuaria en el Aeropuerto o puerto, en compañía de la mascota para la respectiva inspección y posterior autorización para el ingreso al país, con los siguientes documentos:
 
Gatos domésticos
 
·   Certificado de salud del animal (original y copia): expedido como máximo durante las 48 horas anteriores al embarque, por un médico Veterinario en el que se debe incluir nombre del animal, raza, sexo, edad del animal y en el que conste que el animal no presento  ningún signo clínico de enfermedad infectocontagiosa.
·  Certificado de vacunación (original y copia): vigente, de acuerdo con la edad, para las siguientes enfermedades: Rabia – virus inactivado (cuando procedan de países donde exista la enfermedad) y Panleucopenia Felina.

Perros domésticos
·  Certificado de salud del animal (original y copia): expedido como máximo durante las 48 horas anteriores al embarque, por un médico Veterinario en el que se debe incluir nombre del animal, raza, sexo, edad del animal y en el que conste que el animal no presento  ningún signo clínico de enfermedad infectocontagiosa.
 
·   Certificado de vacunación (original y copia): vigente, en el cual se haga referencia clara a las vacunas y fecha de administración, según la especie y la edad del animal, para las siguientes enfermedades: Rabia – virus inactivado (cuando procedan de países donde exista la enfermedad), Moquillo, Hepatitis, Leptospirosis y Parvovirosis. Para países no pertenecientes a la Comunidad Andina adicionalmente se debe incluir los certificados de vacunación contra Parainfluenza y Coronavirus.
·   Se debe tener en cuenta que de acuerdo con la Ley 746 de 2002 en el Articulo 108 E, se menciona que dado a su alto nivel de peligrosidad, se prohíbe la importación de ejemplares caninos de las razas Staffordshire terrier, American Staffordshire terrier, Pit Bull Terrier, American Pit Bull Terrier, o de caninos producto de cruces o híbridos de estas razas.
Una vez verificados los documentos e inspeccionado el animal, el ICA emitirá el Certificado de Inspección Sanitaria CIS   el cual tiene un valor de acuerdo con las tarifas establecidas por el Instituto.

LOS ANIMALES HAN SERVIDO AL HOMBRE






Los animales han servido al hombre siempre. Incluso desde antes que éste consiguiera domesticar a algunas especies de ellos. Le han servido de distracción, de compañía, de vestido, de medio de transporte, de auxilio, de bestias de carga, de protección, de fuerza bruta para el arado, en el trapiche, en el retiro de árboles caídos, de objetos pesados, de inspiración, de enseñanza, de alimento, de medicina; en fin, de tantas cosas…

Sin embargo, a cambio de tantos servicios, los animales nunca han exigido nada. -No pueden hacerlo-, dirán algunos. Pero sí pueden. No en el lenguaje articulado en que nos comunicamos los humanos, ni en el escrito, que es característica única del hombre entre todas las especies que han poblado la tierra. Pero sí pueden hacerlo. De hecho, se comunican. No para hacer reclamos por sus servicios, sino para demostrar afecto, dependencia, lealtad. ¿Acaso no es eso lo que transmite un perro cuando mueve la cola y salta alegre al ver llegar al amo?



Recuerdo una escena que contemplé hace unos meses cuando visité con mi familia y un amigo una playa en la costa norte del país. Mientras nos bañábamos en la orilla vimos llegar un pescador con dos perros. Éste echó dentro de su yola sus instrumentos de pesca, una galón de plástico lleno de agua, un par de panes y un aguacate, que de seguro usaría como relleno para convertir los panes en sándwiches; luego, pidió a un amigo que parecía distraerse caminando de un lado a otro sobre la arena, que lo ayudara a empujar la yola, que descansaba sobre unos troncos de cocoteros, para echarla al mar. Parecieron conseguirlo con poco esfuerzo. Yo tardé para reponerme del asombro.

Poco después, el pescador encendió el motor de su yola y se alejó mar adentro. No se despidió de sus perros; pero éstos se echaron sobre la arena, bajo la sombra de un árbol y se quedaron tranquilos mirando cómo se alejaba la yola de su amo.

No le di importancia al hecho, tampoco parecieron hacerlo los demás. Sólo cuando nos íbamos, y ante la posibilidad de conseguir pescado fresco, le pregunté al caminante sobre la hora aproximada en que acostumbraba regresar el pescador.

-¿Qué hora es? -me preguntó.

-Apenas son las diez -le respondí.

-¡Ah!, entonces debe regresar entre las cinco y las seis de la tarde. Esa es la hora en que regresa cuando sale tarde como hoy. La mayoría de las veces sale temprano, casi de madrugada, o bien cuando comienza a amanecer -siguió diciendo-, y entonces regresa alrededor del mediodía. Uno pesca durante cinco o seis horas, cuando el mar está tranquilo, como ahora. Por ratos con anzuelo, pero también puede uno tirarse a bucear con arpón. Todo depende de si los peces pican o no.

Lo que sucede es que cuando no tienen hambre, se colocan debajo de la yola, para protegerse del sol, y uno aprovecha eso y se tira, arponea un pez, sube, lo tira en la yola y vuelve a bajar y repite lo mismo hasta que se alejan. Cuando ya no hay ningún pez cerca, vuelve uno a la yola y tira el anzuelo de nuevo, si no pican, un rato después se vuelve a bucear.



-¡Qué bien! -le dije, después que terminó su cátedra. Entonces aproveché para preguntarle por los perros del pescador.

-Esos perros no se mueven de aquí hasta que el pescador regresa -me respondió-. No se preocupan por comer y ni siquiera por tomar agua. Es más, una vez que un mal tiempo vino de repente y la brisa y las olas arrastraron la yola llevándola bien lejos, esos perros ni así se movieron. Sólo dos o tres veces, cuando un cangrejo les pasaba cerca, se levantaban para comérselo y, después, volvían a echarse bajo el árbol.

Y así se mantuvieron durante los tres días que estuvo el pescador perdido. Y si usted hubiera visto con qué ímpetu se pararon y comenzaron a correr hacia la orilla moviendo la cola desde que reconocieron, antes que nadie lo oyera, el ruido del motor de la yola de su amo. Daba gusto verlos. Parecieron volverse locos, de repente.

Eso es lealtad -pensé-, mientras caminé sin responder hacia el carro con mi gente y poco después nos alejamos, no sin antes echarle una nueva ojeada a los perros que no daban señales de fastidio, ni de resignación. Esperaban tranquilos, contentos, confiados, agradecidos…



Los animales no reclaman, sino que dan señales de alerta. Te estás pasando de la raya, parece decir un perro, cuando el amo, después de tenerlo encerrado todo un día, intenta quitarle un hueso o algo de los alimentos que puso a su disposición, y el perro le gruñe y enseña los dientes, mientras los aprieta con fuerzas, en señal de que no quiere abrir la boca para hacer daño, sino, simplemente, desea paz. Los leones, tigres, osos y elefantes de los circos también, en ocasiones, dan señales de alerta al entrenador que hace sonar el látigo cerca de la piel de los animales, y sólo si estas señales no son respetadas ni tomadas en cuenta, muy rara vez el animal embiste al entrenador, no procurando hacerle daño, sino que lo deje en paz.

Por eso, aunque es relativamente común oír que un entrenador de un animal de circo sufrió algunas heridas por el ataque de un animal, es verdaderamente excepcional escuchar que uno de estos animales salvajes le causó la muerte. ¿Cuánto tiempo tomaría a un león, un tigre o un oso darle muerte a un hombre sin dar margen a que nadie pudiera evitarlo? ¿O acaso no puede un elefante adulto envolver a un hombre con la trompa y estrellarlo contra una pared a diez metros de distancia? ¿Por qué no lo hacen, entonces? ¿Por qué los animales enjaulados o encadenados no reclaman su libertad, su medio natural, o al menos que los dejen en paz?

jueves, 8 de marzo de 2012

FOTOS E IMAGENES

Las mejores imagenes






LOS ANIMALES EN BOCA DE....

Amo a los perros porque nunca le hacen sentir a uno que los haya tratado mal.
Otto von Bismark (1815-1898) Político alemán.
Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales.
Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.
Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal infeliz.
Friedrich Nietzsche (1844-1900) Filosofo alemán.
El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales.
Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán.
Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, y dentro del perro probablemente está demasiado oscuro para leer.
Groucho Marx (1890-1977) Actor estadounidense.
Los animales son buenos amigos, no hacen preguntas y tampoco critican.
George Eliot (1819-1880) Seudónimo de Mary Anne Evans. Novelista británica.
Una de las glorias de la civilización sería el haber mejorado la suerte de los animales.
Théophile Gautier (1811-1872) Poeta, crítico y novelista francés.
Quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro.
Todos los hombres son dioses para su perro. Por eso hay gente que ama más a sus perros que a los hombres.
Aldous Huxley (1894-1963) Novelista, ensayista y poeta inglés.
Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en el perro.
Franz Kafka (1883-1924) Escritor checoslovaco.

LA ETICA Y LOS ANIMALES

Ursula Wolf
 
La ética y los animales

Cuando hablamos de la relación entre el hombre y el animal, la conjunción "y" puede expresar diferentes tipos de relaciones. De un lado, puede significar simplemente que en la tierra viven hombres y animales, que de hecho hombres y animales, es decir, especies diferentes de animales, de las cuales una es la especie humana, existen en el mismo espacio. De otro lado, el "y" también puede ser pensado en un sentido más restringido, a saber, que los animales y nosotros con-vivimos. Esto puede verse de dos formas, o que los animales domésticos viven en la sociedad humana como animales útiles, o bien que algunos hombres conviven con determinados animales.
La presencia de los hombres y los animales en la naturaleza y la vida de los animales domésticos en la sociedad humana son hechos que no dicen nada sobre cómo ha de entenderse la relación hombre-animal o cuándo es éticamente apropiada. Esta pregunta es el tema que aquí deseo tratar (3). Antes de referirme a el-la y para preparar el tema, haré una división y una explicación más exacta de las relaciones fácticas (1) y daré unas indicaciones generales sobre la ética (2).
1. Las principales formas de la relación animal-hombre
Yo diferencio entre dos formas fundamentales, a) los animales en la comunidad humana y b) la relación del hombre y el animal en la naturaleza. Comencemos por la primera de ellas:
(a) Los animales en la sociedad
(i) Animales útiles. Como animales útiles son considerados especialmente aquellos animales, que sirven para la obtención de alimentos, como por ejemplo los cerdos, los bovinos, las cabras, las gallinas, etc. Nosotros hemos sacado a los animales útiles de su contexto natural de un modo tal, que ellos ya no pueden cuidar de sí mismos. La relación aquí parece ser la siguiente: Utilizamos a los animales; a cambio de esto, sin embargo, aseguramos su subsistencia. Pero esto no origina ninguna relación entre los animales particulares y los hombres. En otras formas de utilización existen en cambio fenómenos de transición, que en cierto modo ya pertenecen al ámbito de las relaciones recíprocas, de la coopera-ción, como por ejemplo en el caso de los animales de tiro y los de montura.
(ii) Compañeros. El primer animal que se asoció con el hombre e hizo posible la generalización de la idea del uso de animales fue probablemente el lobo o perro;1 él pertenece a aquellos animales que como compañeros y ayudantes colaboran con el hombre o conviven con él. Gracias a esto podrían ser denominados "animales domésticos"; no obstante, esta expresión no es del todo adecuada, debido a que hay perros que colaboran, pero no viven en la casa, u otros animales como los peces que pueden vivir en la casa, pero muestran poca interacción social. El rasgo característico aquí, es que con tales animales es posible, en gran medida, una comunicación, ya que el hombre se convierte para ellos en un pos

El hombre y el animal en la naturaleza compañero social.
Debido a que el ser humano es una especie animal junto a otras, se presentan aquí las mismas formas de relación, que en principio son pensables entre dos es-pecies: (i) relaciones unilaterales, en las que una especie utiliza a la otra o en las que por el contrario una especie representa un amenaza para la otra, (ii) relaciones recíprocas, en las que hay competencia o cooperación, (iii) el mero existir sobre la tierra sin que se dé ningún contacto. Veamos algunos ejemplos que corresponden a cada forma de relación:
(i) Caza y utilización. Una relación unilateral existe allí donde los animales de una especie sirven de presa a otra especie o son utilizados por ella; es decir, visto desde la perspectiva contraria, animales de una especie representan un peligro para la otra. Desde épocas muy tempranas, los hombres han cazado y utilizado animales de otras especies. De otro lado, hay otras especies, como los mosquitos, que se aprovechan del hombre, así como hay animales que en casos particulares atacan al hombre, si bien, hasta donde tengo entendido, no hay ninguna especie animal especializada en la caza de humanos.
(ii) Competencia o cooperación. La reciprocidad existe en la naturaleza especial-mente en la forma negativa de que especies diferentes compiten por espacio, alimentación etc., por lo cual sucede entonces aquello, que nosotros entre seres humanos denominamos conflicto de intereses. Pero también existen ejemplos de cooperación entre animales de diferentes especies, como por ejemplo entre gran-des peces depredadores y los llamados peces limpiadores, los cuales se alimentan de aquello que limpian de los primeros. En lo que respecta a la competencia, es necesario diferenciar nuevamente entre dos aspectos: de un lado, los animales particulares pueden competir por determinados recursos (y ello sucede no sólo entre individuos de determinadas especies con condiciones similares de vida, sino también entre individuos de la misma especie); de otro lado, diferentes especies pueden competir en conjunto.
(iii) Extraños. La mera coexistencia, sin contacto alguno, se presenta allí donde dos especies tienen espacios de vida y necesidades completamente diferentes, como por ejemplo elefantes y pingüinos. En el caso de que una de las dos especies sea la humana, es posible que de una tal no-relación se dé siempre una relación de la primera forma, debido a que apenas hay algo de lo cual los hombres no intenten sacar provecho.
2. La pregunta ética en general
Describir el desarrollo y estado de estas relaciones podría hacerse más detalladamente; no obstante, me interesa más la pregunta, cómo deberíamos entender-nos y comportarnos en tanto participantes de estas relaciones. Primero, hay que observar que esta pregunta sólo concierne a los miembros de la especie humana, si bien en parte se trata de relaciones recíprocas. Pues los miembros de la especie humana son probablemente los únicos animales que pueden reflexionar y actuar moralmente. Que el otro partido no se encuentre en la situación de poder participar de la moralidad, traerá consigo consecuencias para algunos ámbitos. Además, debido a la diferencia de estos ámbitos de acción, se plantea desde un principio la pregunta, si es posible una determinación uniforme del trato moralmente correcto con los animales.2 Pero aun cuando diferentes ámbitos exigen diferentes determinaciones, necesitamos ante todo una concepción moral general como fundamento para las ulteriores reflexiones.
Veamos si la ley contiene tal vez una idea esencial, a la cual nos podamos ad-herir. En la formulación del concepto de la protección de animales, tal y como es presentada en la ley alemana de protección de animales del 18 de agosto de 1986, se trata de "proteger la vida y bienestar de los animales, partiendo de la responsabilidad del hombre con respecto a ellos en tanto son sus co-creaturas" (§ 1). La expresión "co-creatura" (en alemán „Mitgeschöpf“, en inglés fellow creature) si bien posee un trasfondo religioso, no ofrece por ello ninguna afirmación clara sobre el estatus moral de los animales. Solamente los hombres poseen en la moral cristiana un estatus moral fuerte, al ser no sólo creados por Dios, sino también a su imagen y semejanza.
Si reemplazamos la expresión "co-creaturas" por la expresión " covivientes" que no es religiosa y se refiere a seres vivientes con los que se vive, vemos entonces que esta tampoco tiene un contenido moral inmediatamente reconocible. Si interpretamos ese „con“ de modo tal que afirmamos que los animales viven con nosotros, entonces nos encontramos en el ámbito de las relaciones fácticas. Sin embargo, estas relaciones no tienen siempre, de acuerdo con las diferentes formas descritas anteriormente, la forma del „con“ en sentido estricto, como es el caso de los animales en la sociedad. A veces el „con“ es interpretado cercana a la expresión “congénere”. De acuerdo con este uso un congénere no es alguien que con-vive con nosotros, sino alguien que también es un hombre, alguien que comparte con nosotros el destino humano, y que por tal motivo puede ser objeto del afecto de la compasión. De la misma manera podría decirse, que los demás animales comparten con nosotros el destino de la vida, que ellos al igual que nosotros nacen, crecen y mueren, tienen deseos y necesidades, experimentan placer y sufren, etc.3 Tal posición me parece realmente apropiada para una fundamentación de la moral, cuyo principio fundamental sea la consideración de todos los seres vivos capaces de sentir dolor.
Tal concepción podría deducirse también desde otro lado, partiendo de la actual concepción de una moral de la consideración o respeto universal. “Universal” significa que el respeto no puede ser limitado por razones irrelevantes como color de piel, sexo o especie, sino que más bien debe ir tan lejos como sea posible. Y puede llegar tan lejos, como objetos o seres puedan ser afectados por las acciones humanas, y además padecer por ellas.
Si preguntamos ahora, qué se sigue de esta posición y concepción para las diferentes relaciones del hombre con el animal, vemos entonces que la ley alemana de protección a los animales sugiere que tenemos responsabilidad frente a todos los animales en tanto covivientes, que debemos proteger la vida y el bienestar de todos los animales.4 Esto tiene ciertamente connotaciones de la representación cristiana, según la cual el hombre es amo y señor de la naturaleza. Pero, con relación a la realidad, esta representación parece bastante exagerada y poco practicable.5 Proteger el bienestar de todos los animales significaría, que somos responsables del destino de cada una de las hormigas del bosque, de cada pez en el mar, etc. Parece entonces que, en el caso de los animales salvajes, la estricta re-presentación de un "convivir" conduce a consecuencias prácticas absurdas. De otro lado, en lo que respecta a aquellos animales que viven con nosotros en la sociedad humana,6 la concepción de un respeto universal es más bien débil para comprender nuestras obligaciones morales. Este punto deseo tratarlo ya de una manera más precisa, para poner a prueba la concepción de la moral hasta ahora propuesta y revisarla si es necesario. Posteriormente me referiré al confuso ámbito de la relación con los animales salvajes.
3. La pregunta por las obligaciones morales frente a los animales
(a) Los animales en la sociedad humana
(i) Animales útiles. Comencemos con el núcleo de la moral común del respeto universal. Con relación a los animales, no es posible este respeto en todos los aspectos en los que lo exigimos con relación a los hombres; sin embargo, va más allá del hecho de que los animales pueden sentir dolor y por lo tanto no debemos producírselo. Los animales no sólo pueden sentir dolor, sino también miedo, estrés, etc. Además no son simplemente pasivos, sino que viven su vida, se mue-ven, actúan y tienen un comportamiento social. En consecuencia, pueden también sufrir cuando se les encierra, cuando se les priva del contacto con sus compañeros de especie, en general, cuando se les impide aquello que se denomina una vida adecuada para su especie.
A partir de esta formulación se podría derivar la consecuencia radical, de que bajo un punto de vista moral la domesticación de animales ha sido un camino equivo-cado. Pues de seguro, no es la vida más natural para las demás especies el vivir en la sociedad humana. En el presente uno podría decir, por un lado, que las es-pecies domesticadas se han acomodado tan bien a la vida de los hombres, que esta vida es adecuada a su especie. Esto es cierto, en la medida en que la mayo-ría de estos animales no serían capaces de sobrevivir en la naturaleza, y más bien dependen de que nos preocupemos por su alimentación y protección. De otro lado, bien se podría rechazar la utilización general de animales con el argumento, de que ello infringe contra la vida natural de los animales, y se podría exigir así su derogación. Ciertamente, ello no tendría lugar de la noche a la mañana; no obstante, se podría reducir actualmente paso a paso la utilización de animales y reemplazarla – que ello es posible, lo vemos allí donde repentinamente se presenta el miedo a que los productos animales no sean útiles, sino dañinos.7
Pero la pregunta no era, qué es aquello que es dañino para nosotros, sino qué es aquello que es moralmente correcto. La pregunta anterior, si la domesticación en sus comienzos había sido un error, es por supuesto ociosa. No obstante, si se hace la pregunta hipotéticamente, entonces no representaría en absoluto la tesis radical, de que se debería rechazar la domesticación. De un lado, hubo animales como el lobo, que se unieron de cierta manera voluntariamente al hombre. Pero también para otros animales es válido, que la vida en la comunidad humana no necesariamente significa sufrimiento. Uno podría objetar, que los animales domésticos no pueden llevar una vida "adecuada a su especie"; sin embargo, este concepto de una actitud "adecuada a la especie" tiene un contenido poco preciso. Pues, justamente los animales más desarrollados, que conforman la mayor parte de nuestros animales útiles, no están diseñados por naturaleza para una forma exacta de actividad. Ellos son más bien flexibles y capaces de aprender, disponen de un espectro amplio de posibilidades de comportamiento y pueden también acomodarse en la naturaleza a condiciones variables. Para una utilización que no fuese moralmente dudosa, sería tal vez más apropiado el siguiente criterio: que aquello que los animales hacen para nosotros, sea realizado por ellos, después del amaestramiento, por costumbre, sin que sea necesario de nuevo el uso de la fuerza. Naturalmente se ocasiona en el entrenamiento cierto sufrimiento para producir determinadas formas de comportamiento. No obstante, si este sufrimiento es poco y temporalmente limitado, me parece aceptable, pues al fin y al cabo los niños también son socializados por medio de reacciones negativas, y los animales aprenderían igualmente de esta manera en su entorno natural.
El hecho de que nosotros tenemos que ver con animales domésticos en la sociedad, es importante para la pregunta moral. Que los hombres hayan domesticado animales, significa, que los han sacado de su contexto natural y privado de la posibilidad de cuidar de sí mismos y de vivir su vida común y corriente. Aquí se exi-ge más de lo que la moral del respeto exige, la cual es concebida para las relaciones entre adultos autónomos y resalta los llamados derechos negativos, a saber, que uno debe respetar a los demás en su forma de vivir, que no se les debe impedir vivir en ella. Ya en el ámbito humano esta moral tiene poco alcance allí donde se trata de la relación frente a los niños y a otras personas, que no pueden cuidar de si mismos. Justo allí, es donde debe ser complementada la moral del respeto recíproco por medio de una moral del cuidado de aquellos que son de-pendientes y no se pueden valer por sí mismos.
La situación frente a los animales útiles no se asemeja, sin embargo, ni a la situación entre hombres adultos "normales", ni al cuidado de los niños. (Para no crear confusiones mediante tantas diferenciaciones, me limitaré a partir de ahora en los animales, a los ejemplares adultos). Tal situación no se asemeja a la relación entre padres e hijos, debido a que los padres cuidan de sus hijos sin miras a un provecho, mientras que la relación con los animales útiles es recíproca: los animales prestan determinados servicios para nosotros y nosotros asumimos su alimentación, protección y salud, y estamos además comprometidos a hacerlo. Además, con los animales no pasa como con los niños pequeños, que por principio no pueden cuidar de sí mismos, más bien nosotros hemos cambiado a los animales y a su situación de un modo tal, que ellos no pueden cuidar más de sí mismos. Por lo tanto, se podría hablar tal vez en lugar de un deber de protección, de un cuasi-contrato, y decir, que como contraprestación al hecho de que los animales son utilizados para nuestro provecho, protegemos sus condiciones de vida. Tal vez se podría compararlos con peones o siervos, que por comida y alojamiento realizan determinados trabajos.9
Si consideramos los contextos fácticos en los cuales los animales son utilizados, vemos entonces que el modelo del señor y el siervo, que a mi me parece moral-mente aceptable, es escasamente aplicable. Los dos grandes ámbitos, en los cuales los animales son utilizados en gran escala, son la cría de animales en masa y la experimentación con animales. Para la mayoría de los seres humanos es o ha sido hasta hace muy poco la experimentación animal algo muy malo. En realidad es por lo general más bien todo lo contrario, ya que los animales en la investigación viven mejor en el sentido de que son mejor cuidados. Pero la experimentación con animales, que conduce a que el animal sufra, es problemática; y hay cuestionamientos a experimentos, que no se pueden contestar de otra manera, que descartan que se mate al animal de experimentación, antes de que surja el sufrimiento. La irritación surgida en Alemania debido a la experimentación con embriones, no puede más que extrañar, si se tiene en cuenta, que estos seres no sufren, mientras dejamos sufrir a los animales adultos capaces de sentir.
Sobre los problemas que se refieren a la cría de animales en gran escala, se ha ganado entretanto más conciencia, si bien el interés por los animales juega aquí de hecho un papel secundario. En un primer plano está el miedo de los consumidores por la propia salud y el miedo de los campesinos por la existencia material. Estas reacciones no se refieren directamente a la pregunta, cómo debemos tratar a los animales que utilizamos. En este punto tendrían que examinarse rigurosa ente los detalles de la posesión y utilización de animales. En general, podría decirse que, bajo puntos de vista morales, la utilización se puede aprobar en los casos en que, primero, a los animales no se les haga sufrir, segundo, tengan suficiente espacio y posibilidad de acción, tercero, no se les prive del contacto social y finalmente, se cuide bien de ellos.
Para resumir : los animales que nosotros utilizamos en la sociedad, deberíamos verlos en rigor como cuasiparte contratante o empleados dependientes, frente a los cuales no sólo tenemos deberes negativos del no-sometimiento al dolor, sino también deberes del cuidado. La concepción de ellos como seres covivientes, es demasiado indeterminada para comprender este ámbito. Y la idea de una responsabilidad frente a los animales, concierne sólo a un lado de la relación, a saber, que de hecho tenemos una responsabilidad frente a los seres vivos que han sido privados por la acción humana de la posibilidad de cuidar de sí mismos. A esta relación en su totalidad se ajusta sobre todo la concepción de las obligaciones hacia un socio de contrato, débil y dependiente.
(ii) Compañeros. En el caso de los animales que conviven con nosotros como compañeros, en especial los perros y los gatos, vale lo ya mencionado con algunos añadidos. Estos animales dependen igualmente de nosotros para sus condiciones de vida y necesitan por lo tanto de mantenimiento. Es necesario hacer una reflexión acerca de si existe aquí una relación meramente de cuidado, como la que existe frente a los niños, o una relación de beneficio mutuo, como en el caso de los animales útiles. En algunos casos se presenta una relación de provecho con los perros, cuando trabajan como perro-guía, perro de rescate, perro-policía, etc., si bien de un modo distinto a como sucede con los animales útiles, ya que aquí tiene lugar una cooperación directa entre una persona particular y el perro. Si prescindimos de este provecho, vemos que los perros y los gatos desempeñan más bien la función de compañeros o amigos, aunque desiguales. No obstante, la relación es peculiar en sus implicaciones morales, y es sólo en un aspecto comparable con las situaciones hasta ahora presentadas.
Es comparable con el deber del cuidado frente a los niños, en la medida en que los animales compañeros (al igual que los animales útiles), viven en la sociedad humana porque los hombres así lo quieren, y tienen por ello derecho al cuidado. Los animales compañeros tienen este derecho al cuidado concretamente frente aquél hombre que lo adquiere como compañero.10 Mientras nosotros cuidamos de los niños debido a que ellos no pueden hacerlo por sí mismos, y lo hacemos para que crezcan y se vuelvan autónomos y conduzcan su vida con independencia de nosotros, los animales compañeros (suponiendo que sean animales adultos) son, a diferencia de los niños pequeños, seres vivos independientes, que viven su pro-pia vida y que sólo llegan a ser dependientes debido a las circunstancias creadas por los hombres para sus condiciones de vida.
La problemática moral con relación a los animales compañeros es, por lo tanto, comparable en cierto modo con la problemática con relación a los amigos y compañeros humanos adultos, con la diferencia de que estos últimos pueden cuidar de sí mismos. En la moral no existen por lo tanto entre amigos humanos deberes del cuidado, aun cuando estos desempeñan un papel por ejemplo en caso de enfermedad. Lo que aquí constituye la moral, son las denominadas obligaciones especiales, que surgen en las relaciones personales íntimas como consecuencia de una interacción estrecha; pues en tales interacciones se producen expectativas justificadas. De forma distinta a la de las obligaciones quasicontractuales hacia los animales útiles, las relaciones especiales no son el resultado de una prestación y una contraprestación, sino que surgen de la vida en común, de la cooperación y la interacción. Ciertamente, es de considerar la distinción frente a los compañeros humanos, de que los animales no pueden actuar moralmente en sentido humano, y por consiguiente no pueden sentir una obligación moral hacia nosotros. No obstante, los animales tienen también, en un sentido más débil, un comportamiento social regulado y aprenden en la convivencia con los seres humanos determina-das reglas de juego.
También aquí se muestra por consiguiente la representación del animal como un co-viviente como demasiado amplia; en este caso debe ser precisada con la idea del animal como compañero de vida, hacia el cual existen, así como hacia todos los allegados, obligaciones especiales. Esta concepción debe ser complementada con el deber del cuidado, válido para todos los animales en posesión del hombre.
(b) El hombre y el animal en la naturaleza
(i) Caza y utilización. Aún en la actualidad los hombres capturan, cazan, etc. ani-males salvajes. Esto también puede ser visto como una forma de utilización, que sin embargo, ya no tiene ninguna condición especial, sino que simplemente está sujeta a la exigencia moral del respeto a todos los seres capaces de sufrimiento. De acuerdo con las reflexiones generales sobre la moral, la utilización de anima-les salvajes no tiene moralmente ningún reparo, siempre y cuando no se les infrinja por medio de ella ningún dolor, sufrimiento, angustia, etc. Pero tal sufrimiento se dará en la mayoría de los casos. Si suponemos que en algunos casos es evitable, entonces queda la pregunta, hasta ahora no discutida, si el dar muerte a los animales es moralmente aceptable, en los casos en que no se presenta ningún sufrimiento. Aunque según la ley alemana de protección a animales, es delito dar muerte a un animal vertebrado sin ninguna razón (§ 17), no parece haber objeciones morales claras contra el dar muerte a los animales. Debido a que los anima-les no tienen un concepto de la vida y de la muerte, ni planes de vida con relación a un futuro, falta aquello que normalmente es visto como fundamento de la prohibición del homicidio (tal vez con excepción de los animales más desarrollados, como los primates). Sin embargo, se pensaría que es algo grave, que alguien matase animales simplemente por placer. La explicación podría ser, que esta forma de acción encaja mal con el hecho de que uno considere a los animales en su vi-da como objetos de respeto.11
En la actualidad existe todavía el fenómeno contrario, a saber, que los animales salvajes (e incluso aquellos que viven en la sociedad), pueden ser una amenaza para nuestra vida. Aquí sólo queda dar muerte a los animales que representan una amenaza, en caso de que no sea posible mantenerlos alejados. Este caso es relativamente sencillo en lo que respecta al juicio moral, pues la defensa propia es considerada como legítima incluso con relación a los ataques humanos. Poco claro es, si se puede considerar como defensa propia, cuando los animales nos per-judican sólo levemente, por ejemplo cuando el zumbar de un mosquito impide el sueño. Suponiendo que el dar muerte suceda sin dolor, entonces no se infringiría directamente contra la moral, aun si esto sucediera sin necesidad.
(ii) Competencia o cooperación. Los animales pueden competir con nosotros por condiciones de vida. Esto se podría comprender en parte de acuerdo con el punto anterior, en la medida en que nuestra vida es amenazada indirectamente, cuando los animales amenazan nuestras condiciones de vida, por ejemplo cuando devoran los campos o algo similar. Ahora me restringiré sólo a los casos en los que existe aquello que en las relaciones entre seres humanos podríamos denominar conflicto de intereses. Un ejemplo de ello sería el siguiente: un topo tiene el pro-pósito de utilizar mi jardín, lo cual no es compatible con mis deseos en lo que se refiere a la organización del jardín. En un conflicto de intereses entre seres huma-nos se trataría de encontrar una solución justa, y ello sucede usualmente de modo tal que los implicados llegan a un acuerdo. Debido a que no podemos negociar con animales, queda sólo la posibilidad de que intentemos formular los intereses de ambas partes y sopesarlos correctamente, y de que entonces hagamos efectivo el resultado. En el ejemplo mencionado se podría decir, que para el topo, en comparación con mi pretensión estética de organización del jardín, están en juego necesidades elementales. De otro lado podría indicársele al topo que sus intereses pueden ser igualmente satisfechos en otra parte, y que la mudanza a un terreno no ocupado por el hombre es menos complicada para él. Las reglas comunes de fairness exigirían entonces, que en las situaciones en las que los intereses de los animales son claramente más centrales y el ceder cueste poco para nosotros, demos prioridad a los intereses del animal, pero que sin embargo, en la situación contraria, insistamos en nuestros deseos y hagamos retroceder respectivamente a los animales.
El modelo más apropiado de juicio moral parece ser aquí una especie de concepción contractual, la cual no obstante está afectada de dificultades especiales. De un lado no es siempre fácil para los hombres saber, qué peso tiene un interés para un animal y qué tan grande es el sufrimiento que implica su impedimento. Del otro lado, el sopesamiento conduce al problema, de que del lado de los animales siempre está presente un factor adicional de sufrimiento que no se da en el ser humano, del cual se exige la limitación de un interés. Pues debido a que los animales adolecen de una comprensión de la situación de conflicto y de nuestros propósitos, sufren no sólo porque tiene que limitar un interés o proseguir de otra manera a la querida, sino que además sufren generalmente de miedo, pánico o estrés como consecuencia de las medidas, mediante las cuales hacemos prevalecer el resultado de la ponderación. El simple peso de los intereses tiene así que ser complementado por medio de la pregunta de si este sufrimiento adicional es exigible, esto es por medio del punto de vista de la consideración de la capacidad de sufrimiento. Tal vez uno podría decir, que la posibilidad de exigir está dada sobre todo allí, donde son suficientes medidas únicas y a corto plazo.
(iii) Extraños. Parece entonces aceptable expulsar a un determinado topo del jardín, en la esperanza de que pueda vivir igualmente bien en otra parte. Pero, detrás de tales casos especiales se encuentra la situación global de que la humanidad domina tanto la tierra, que junto a los terrenos ocupados o utilizados escasa-mente hay ya naturaleza, y que nosotros privamos así indirectamente a los anima-les de sus fundamentos de vida, arrinconándolos cada vez más. Se trata ante todo de la pregunta, en qué consiste exactamente el problema o en contra de quién se da. ¿Tiene que ver con animales particulares o con la reducción y la extinción de especies? Ambos problemas se pueden presentar. Me limito aquí sin embargo, a los efectos sobre los animales particulares, porque solamente tales efectos constituyen una pregunta de la moral.
De la expansión de la humanidad son siempre victimas, al fin y al cabo, los anima-les particulares, que tienen dificultades para la obtención de alimentos o para en-contrar espacios apropiados de vida, y que de acuerdo con la situación, sufren de hambre, de miedo a la permanente expulsión, de estrés debido al ruido de la calle, etc. Debido a que no es posible cambiar el hecho de que la forma de existencia humana tenga estos o aquellos efectos, bajo los cuales padecen innumerables animales particulares, podemos hacer en principio poco en esta situación. Cosas pequeñas como la instalación de nichos para animales, la alimentación de anima-les salvajes, cuyo alimento es escaso, etc., son posibles, si bien no cambian mucho la situación general. Estamos aquí frente a un límite de la moral que muestra, cómo es de poco realista la idea de una responsabilidad frente a todos los anima-les en tanto co-vivientes. Por el contrario, uno podría mantener justamente en es-te contexto un punto de vista, según el cual se vea a los animales como seres co-vivientes, y ello en el sentido, de que entendamos que los animales al igual que los hombres están expuestos a experiencias inevitables de sufrimiento, y de que lamentemos que en los animales estas experiencias son en parte causadas por los hombres.
4. Resumen
Se ha mostrado que las relaciones entre animales y hombres poseen una estructura muy variada y que por lo tanto, en el trato con los animales desempeñan una función diferentes concepciones morales fundamentales y principios de acción. La conceptualización muy difundida actualmente, que ve al animal como un semejan-te (añadiendo eventualmente a ello, que somos responsables de él), resulta ser más bien vaga; ella encaja de mejor forma justamente allí, donde chocamos con los límites de la moralidad y donde una posición moral sólo puede ser expresada en los afectos del lamentarse por el hecho de que no podemos tener consideración en cualquier circunstancia. La idea de la palabra alemana "Mitlebewesen", es decir, de los „seres vivos con los que vivimos“, se muestra como un núcleo útil de comportamiento hacia los animales particulares con los cuales estamos confrontados, allí donde es precisada de modo tal, que en principio son objeto de respeto todos los seres, que en un sentido amplio pueden sufrir y por los cuales podemos sentir compasión. Con relación a los animales salvajes, este núcleo es apropiado sólo para la regulación del comportamiento hacia los animales que utilizamos o cazamos. En todas las demás formas de relación son necesarios conceptos mora-les adicionales como el de un cuasicontrato, el de un arreglo justo de intereses, el de un deber del cuidado o el de la amistad. La variedad de estas estructuras morales ha sido hasta ahora poco trabajada incluso en el ámbito del accionar inter-personal y debería por lo tanto seguir siendo objeto de consideración.12
1 Cfr. P. Dinzelbacher, Mensch und Tier in der Geschichte Europas, Stuttgart, 2000, I.
2 Las palabras "moral" y "ética" las utilizo indiferenciadamente.
3 Esta fundamentación de la moral con relación a los animales se encuentra en C. Diamond, Eating Meat and Eating People, Philosophy 53 (1978), pág. 465-479.
4 Lorz resalta que el § 1 de la ley de protección de animales no contiene ninguna limitación y más bien es valida para todos los animales, "desde los protozoarios hasta los primates", tanto para los animales populares como para los poco popu-lares, tanto para los animales salvajes como para aquellos que son mantenidos por los hombres. Cfr. A. Lorz, Tierschutzgesetz. Kommeentar, München, 3. Aufla-ge, 1987, pp. 82.
5 Esta representación ha repercutido históricamente más bien bajo la figura de una legitimación ilimitada de la utilización. 10 10
6 En realidad, las secciones particulares de la ley de protección de animales se re-fieren a estos animales, con excepción de la novena sección que tiene el vago tí-tulo "otras determinaciones sobre la protección de los animales", la cual sin em-bargo, sólo nombra los animales que viven en libertad en tanto que queremos atraparlos, defenderlos, mantenerlos, etc., en tanto estamos confrontados inme-diatamente con ellos.
7 Sin embargo, la memoria humana es tan corta o bien se deja adormecer tan prontamente por la comodidad, que no podría hacer ninguna predicción con res-pecto a si la recesión del consumo de carne representa un desarrollo sostenido.
8 Cfr. para ello A. MacIntyre, Dependent Rational Animals, London, 1999, versión alemana: Die Anerkennung der Abhängigkeit, Hamburg, 2001.
9 Yo pensaría sin embargo, que existe también una obligación moral aun allí don-de un animal, que vive en la sociedad humana y depende de los hombres para su alimentación, no produce este servicio o no lo puede producir. En tal situación lí-mite no es posible hablar más de una situación de cuasi contrato, más bien exis-ten aquí las meras obligaciones del respeto y el cuidado.
10 Este modelo es trabajado en: K. Burgess-Kakson, Doing right by our animal companions, The Journal of Ethics 2 (1998), pág. 159-185.
11 Cfr. U. Wolf, Das Tier in der Moral, Frankfurt am Main, 1990, IV 6.
12 Este artículo fue publicado con el título “Leben mit Tieren. Die Hauptformen und ihre ethischen Implikationen“ en ZDF-Nachtstudio, ed., Mensch und Tier, Geschichte einer heiklen Beziehung, Frankfurt a. M. 2001, 40-59.